Recibir el encargo de una escuadra icono (a la que admirábamos hasta los límites más húmedos desde aquel mítico mono de pana) encerraba dos cosas: la promesa de hacer uno de los viajes mas placenteros y exuberantes de nuestra vida y una responsabilidad de primer grado, como la penitencia, las ecuaciones y/o las quemaduras. Abrasados desde el principio por el carisma y el “way of life” de estas mujeres de pirotecnia viva en distancias cortas comenzamos a trabajar en el proyecto y muy pronto establecimos el juego/paralelismo con sus tocayas neoyorquinas.
Aunque hubo varios modelos sobre la mesa y varios cambios durante el proceso, el “traje de chaqueta zíngaro con broche, sombrero, plumas y escotazo” fue la opción más fecunda.
Un camino de baldosas amarillas en el que se sucedieron risas y reuniones sobre chupas doradas, carnes “vuelta y vuelta”, godets y el uso o desuso del sostén; camino en el que como Dorothy y Totó estuvimos acompañados de grandes persona(aje)s: Ana (la bruja buena de Cucadas), Marga, Pecas, Juana y sus bordados o los maestros de Lodi (autores de esa impresionante torre Eiffel de serpiente roja) y que como excelentes profesionales, trabajando en equipo, dieron lugar a un traje de “alta costura festera” de una calidad incuestionable y prácticamente sin parangón a lo largo y ancho de las fiestas 2011. Como dijo ese gran zíngaro para la televisión: “Las 13 zetas son una escuadra muy importante dentro de la comparsa; que se caracteriza por sacar siempre unos diseños sorprendentes, nuevos y que cambian por completo el panorama”.
Sois incomparables, no admitís comparación con nada.